Desafíos laborales que debe enfrentar la mujer
Hoy te mostramos 10 desafíos laborales que debe enfrentar la mujer de hoy y como afecta a su desarrollo profesional y personal. Mucho se ha hablado del rol de la mujer en el trabajo, sin embargo, al día de hoy aún existen desigualdades muy marcadas entre los hombres y las mujeres.
El mundo actual aún diferencia las competencias emocionales que posee una mujer y que son distintas a la de los hombres, relegando el papel de la mujer y dándole lugar en trabajos convencionales para mujeres.
Desigualdad laboral entre hombres y mujeres
En nuestro día a día, observamos sesgos de género como una menor participación de las mujeres en el empleo, su concentración en sectores económicos y ocupaciones de menor productividad, menores niveles de ingresos, así como la segregación vertical y las brechas salariales.
La división sexual del trabajo opera como una barrera para la autonomía económica de las mujeres al asignarles una sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados.
Sumada a esta problemática tenemos la revolución tecnológica, que requiere de una transformación educativa en la formación de capacidades técnicas y profesionales para responder a las nuevas demandas del mercado laboral.
La adecuación de la educación a la revolución tecnológica es condición necesaria para avanzar hacia una mayor autonomía de las mujeres. Esto generaría un impacto significativo en el crecimiento económico, la distribución de los ingresos y la reducción de los niveles de desigualdad.
Los desafíos laborales que debe enfrentar la mujer
1. Brecha salarial
Se trata de la diferencia existente en la remuneración percibida por el género masculino y femenino a igual trabajo. Se traduce en un fenómeno por el cual las mujeres ganan un porcentaje menor que los hombres por el mismo trabajo, cargo o función.
Esta disparidad se observa por diversos factores que muchas veces exceden al ámbito laboral pero influyen en la percepción del salario, y hace que las trabajadoras se posicionen en desventaja.
Los factores son: la cantidad de horas dedicadas al trabajo, la distribución desigual de las tareas de cuidado y del hogar en la dinámica familiar, la calificación de las tareas consideradas más femeninas o más masculinas, el presentismo, el uso de las licencias por responsabilidades de cuidado.
2. Acoso laboral
Se trata de acciones continuadas de violencia psicológica injustificada como insultos, humillaciones, menosprecios, aislamiento, difusión de rumores o hasta violencia física o sexual, que superiores, compañeros de trabajo o la propia empresa ejercen sobre la víctima.
Todas estas conductas se realizan de forma consciente, abusiva y premeditada con el objetivo de degradar el clima laboral de la víctima de modo que sienta miedo al ir a trabajar y que acabe por abandonar su puesto de trabajo.
Puede traducirse en amenazas, menosprecio del trabajo realizado por la víctima, sobrecarga de trabajo o asignación de tareas intrascendentes alejadas de su capacidad profesional, así como el sometimiento a medidas disciplinarias por hechos inexistentes o banales, aislamiento, horarios abusivos o negación de vacaciones en fechas adecuadas.
3. Menores oportunidades profesionales
Históricamente la sociedad tiene más ocupaciones masculinizadas que ocupaciones feminizadas, por lo que las mujeres tienen menos opciones para elegir. Las trabajadoras se concentran de manera importante en sectores como la educación y la sanidad.
Muchas ocupaciones están sexuadas a favor de los varones como los puestos de albañil, mecánico, piloto, en los que se evalúan aptitudes que se presuponen masculinas.
De acuerdo con la construcción social de género y del trabajo, se atribuye una determinada naturaleza a las mujeres que es proclive al desarrollo de las ocupaciones que son una prolongación de las tareas domésticas y la crianza de los hijos.
4. Tener hijos mientras construyen una carrera
La diferencia salarial entre una mujer con hijos con respecto a su par masculino la tiene en desventaja, incluso la remuneración de una profesional madre con la de su par femenino sin hijos. Esto coloca a la maternidad en el eje de la desigualdad, profundizándose cuando mayor es la jerarquía dentro de una compañía.
Los ascensos y aumentos de sueldo parecen no ir de la mano con la maternidad, desde el momento en que la mujer comunica su embarazo. Este punto no es menor si se considera la motivación y compromiso de una mujer al momento de ser madre.
Que la licencia por maternidad sea mucho más larga que la de paternidad, la ausencia de políticas flexibles en las empresas para madres y padres durante los meses posteriores al nacimiento de un hijo, hace que la mujer necesite ganar solidez para crecer profesionalmente en sintonía con su rol de madre.
5. Equilibrio vida y trabajo
Para la gran mayoría de las mujeres, trabajar para una empresa, crecer profesionalmente o dirigir un negocio, al mismo tiempo que cuidar de la familia y tener tiempo libre para sí mismas es una misión prácticamente imposible.
A diferencia de los hombres, para las mujeres, el poder conciliar su vida laboral y personal es un desafío aún mayor, ya que existe una sobrecarga de rol en lo laboral como en lo familiar.
Esto se explica por las condiciones laborales a la que las mujeres se enfrentan, como una mayor carga de trabajo, formas de contratación informales y la doble jornada laboral con los quehaceres domésticos y el cuidado del hogar.
6. La sobrecarga del trabajo no remunerado
Identificamos como trabajo no remunerado a aquel que realiza la mujer en el hogar, todas las tareas de cuidado de la familia tanto de niños como de adultos mayores, su protección y las labores domésticas.
Históricamente el rol de cuidadoras, ha recaído sobre las mujeres, esto se traduce en menos tiempo para dedicarse al desarrollo de su vida profesional, menos tiempo para el trabajo remunerado o una mayor sobrecarga de trabajo con más horas activas que los hombres.
El trabajo no remunerado de las mujeres es la que sustenta a las familias, apoya a las economías y a menudo suple las carencias en materia de servicios sociales. Sin embargo, pocas veces se reconoce como trabajo, repercutiendo en su desgaste físico y emocional.
7. Sobrerrepresentación en el trabajo informal
Existe una tendencia bien marcada entre las mujeres a buscar jornadas reducidas o a interrumpir sus trayectorias laborales, debido a la búsqueda por conciliar el trabajo con sus responsabilidades de cuidado. La sobrerrepresentación de mujeres en el trabajo informal amenaza su autonomía económica en la vejez.
Ya sea como vendedoras ambulantes, empleadas domésticas, trabajadoras de la agricultura de subsistencia o temporeras, las mujeres tienen una representación desproporcionada en el sector informal. Esto las lleva a carecer de la protección de las leyes laborales y de las prestaciones sociales.
Sumado a ello, las mujeres en el sector informal, trabajan muchísimo más, por salarios más bajos y en condiciones inseguras y hasta peligrosas para su salud física y mental.
8. Menor representación en el trabajo asalariado
Las mujeres se insertan en condiciones de amplia desventaja con respecto a los hombres, en las ramas de actividad más descalificadas y en ocupaciones tradicionales, consideradas como una extensión de sus actividades domésticas.
Suelen ser ellas quienes se localizan mayoritariamente dentro de los sectores más pobres y las que carecen con mayor frecuencia de los recursos educativos, la capacitación, el acceso a financiamientos, el apoyo para el cuidado de los hijos, el tiempo libre y la posibilidad de tomar decisiones.
Las políticas de reestructuración laboral y flexibilización, la introducción de nuevas tecnologías y los programas de calidad han intensificado las mencionadas desigualdades y han contribuido a arrastrar a este grupo vulnerable al sector informal de la economía, a un empleo sin contrato estable, sin prestaciones laborales, ni protección social.
9. Sesgos en la educación técnico-profesional
La oferta educativa para hombres y mujeres refuerza un modelo de segmentación por género y lo reproduce en el sistema productivo y la inserción laboral. Es importante producir una mayor autonomía para las mujeres e impulsar su desarrollo económico eliminando las segmentaciones de género en la formación técnica y profesional.
Existen diversos factores que inciden en las elecciones vocacionales de las mujeres hacia cierto tipo de carreras y programas. Los patrones culturales que asocian a las mujeres con ciertos roles hacen que tanto el entorno educativo como el familiar empujen a las jóvenes hacia la elección de determinadas profesiones y empleos.
La prevalencia de la violencia de género en la sociedad en general que no elude los centros de educación y capacitación, limita la participación de algunas jóvenes en grupos formativos con mayoría de hombres en las aulas. Además, la urgencia de la generación de ingresos las obliga a optar por carreras cortas.
10. Techo de cristal
Se trata de un conjunto de normas no escritas en el interior de las organizaciones, que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección. Su carácter de invisibilidad es resultado de la ausencia de leyes y códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación.
Esta designación se utilizó para hacer referencia a las barreras que la mujer tiene para avanzar en la escala laboral, que no son fácilmente detectables, pero suelen ser la causa de su estancamiento. Este límite detiene la ascensión piramidal de las mujeres hacia puestos de alta jerarquía e impide su realización personal en la esfera del reconocimiento público.