Rol de la Mujer en el Trabajo

Rol de la mujer en el trabajo
Rol de la mujer en el trabajo

Actualmente, el rol de la mujer en el trabajo es un tema de discusión sumamente implantado en la sociedad. Muchos ejemplos muestran que en el siglo XXI las mujeres han avanzado en el reconocimiento de sus derechos laborales y sociales.

Así como también han alcanzado puestos en áreas que antes eran de patrimonio exclusivo de los hombres. Sin embargo, aún existen numerosas desigualdades que las mujeres deben sobrellevar. Esto trae aparejado su mayor vinculación en puestos de trabajos convencionales para mujeres.

Muchas de esas desigualdades se traducen en el llamado techo de cristal, las diferencias salariales entre hombres y mujeres por igual tarea y la doble carga laboral con los cuidados del hogar. Esto aún existe por la continua creencia de las diferencias de competencias emocionales que nos relega a optar por trabajos más convencionales.

El rol de la mujer en la sociedad

El tema de discusión se centraba en que la mujer que salía a trabajar no era capaz de atender sus obligaciones naturales, que se entendía eran las tareas domésticas. Estas tareas del hogar y del cuidado de la familia eran las propias de su función primaria, de su función reproductora.

Las actividades que realizaban los hombres se colocaban en el ámbito de la cultura, de la economía, de la política, del poder. Por lo que si la naturaleza es femenina, la cultura y el poder son masculinos. Si algo es natural, quiere decir que es inmodificable. Si es cultural o político puede cambiarse.

De esta forma, hombres y mujeres tenían ciertos roles en la sociedad pre asignados, que rebajan a la mujer a un plano secundario, con funciones de protección y cuidado de la familia en el ámbito doméstico.

Profesiones propias de las mujeres

Profesiones propias de las mujeres
Profesiones propias de las mujeres

Para el año 1969 las mujeres se desempeñaban laboralmente a través de profesiones como telería, artesanas, modistas, empleadas domésticas, atención en comercios, cantantes, lavanderas, vendedoras ambulantes, entre otras. Existía una amplía participación y heterogeneidad en cuanto a actividades realizadas por ellas.

Sin embargo, en los censos posteriores a ese año, se concentran en medir el trabajo asalariado, lo que repercutía en señalar una participación de la mujer reducida, como si hubiesen disminuido su participación en el mercado laboral. Ya no se tenía en cuenta la actividad profesional, solo la actividad asalariada.

El trabajo asalariado hacía referencia al trabajo de las mujeres en fábricas, talleres, empleo público, educación, salud, donde su participación si era muchísimo menor. En realidad lo que se produce es un cambio en la forma de medir el trabajo, no la reducción en la participación de las mujeres en lo laboral. 

Participación de las mujeres en movimientos sociales

Con respecto a su participación en la sociedad, las mujeres si han movilizado su lucha a través de organizaciones sociales. Es así que las vemos en las protestas por la copa de leche, por los comedores infantiles y escolares en la década de 1980.

Estos movimientos sociales, incluidos los de las tomas de tierra, fueron llevados por personas, mayoritariamente mujeres, que estaban por fuera de lo que sería el mercado laboral asalariado, pero que también protestaban por mejoras en sus condiciones de vida. 

Protección normativa

La legislación protectora hasta finales del siglo XIX, en los países con desarrollo industrial, concibió a las mujeres como dependientes de los hombres y a las mujeres asalariadas como un grupo vulnerable, limitado a ciertos tipos de empleo. 

El Estado reforzaba el estatus secundario de su actividad productiva tras haber definido el papel reproductor de la mujer como su función primaria. Hubo sindicatos que aceptaban mujeres como afiliadas en la industria textil, del tabaco y el calzado, donde ya trabajaban, pero las mujeres se organizaban en espacios separados. 

Para 1970, la estructura del empleo se modifica sustancialmente, las mujeres se desplazan a los servicios y con el auge de los divorcios viene la caída del número de casamientos y la fecundidad. 

Además, se aprueba la ley que instituye la asignación familiar por maternidad, así como se extiende la licencia y la obligación de conservar el puesto a la trabajadora durante la misma. 

Para fin del siglo XX las mujeres se incorporan al mundo obrero y llega el fin de la hegemonía de la familia conyugal, con el surgimiento de la industria y el desplazamiento a las ciudades. 

En esos tiempos, ya existe un mayor número de familias con dos miembros activos, así como una relación entre las mujeres con hijos y el nivel de ocupación, visibilizándose la discriminación laboral hacia las mismas.

Hitos claves de conquista durante el siglo XXI

Hitos claves de conquista durante el siglo XXI
  • Ley de Protección integral a las Mujeres donde se hace visible las modalidades y tipos de violencia hacia la mujer. 
  • Ley de Paridad de Género en el Código Nacional Electoral. 
  • Instrumentos internacionales de defensa de derechos de las mujeres. 
  • La ley Micaela que establece la capacitación obligatoria en violencia de género para todas las personas en la función pública.
  • La ratificación del convenio 190 de la OIT, contra la violencia y el acoso en el mundo del trabajo 

El desarrollo actual

En el ámbito laboral el derecho a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres se encuentra plasmada en los convenios colectivos de trabajo. Sin embargo, los roles tradicionales instituidos por la sociedad siguen vigentes y existen obstáculos en el desarrollo laboral de la mujer.

La división técnica del trabajo y las relaciones de género son un reflejo de los estereotipos que se expresa en la brecha salarial. Las estadísticas nos señalan que los puestos de trabajo son actividades referidas al rol doméstico de la mujer y la formación con las nuevas tecnologías se limita a ciertos sectores en países desarrollados.

Si bien la mujer se fue adentrando en la vida pública, la discriminación y la informalidad sigue prevaleciendo. Los fenómenos de techo y pared de cristal siguen restringiendo las oportunidades de las mujeres en los puestos de mayor jerarquía.

La exigencia de la doble jornada laboral y la falta de infraestructura social para que la mayoría de la población aborde la realización de tareas domésticas, o políticas de cuidado, reafirman la división del trabajo del sistema y atentan contra la salud de las mujeres.

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