Suele suceder en ocasiones que mi receptor confunda el mensaje que le quiero transmitir, quizás por no haber utilizado las palabras correctas (como emisor), o por un mal ejemplo, o una incorrecta postura para decir las cosas. Incluso, hay veces que uno como ser humano pierde la paciencia cuando no es entendido y tiende a molestarse. Sin embargo, es útil recordar, como indica Magdalena Sattler en el segundo módulo, que no solo importa lo que se dice, sino cómo se dice. En este sentido, la asertividad se vuelve una habilidad clave y fundamental del remitente, siendo proactivos y gestionando los recursos y técnicas adecuadas en vistas de una eficaz comunicación.